Los papeles pintados son un gran aliado en decoración. Permiten transformar cualquier estancia más o menos sosa, en el colmo del estilismo.
Con imaginación, el papel pintado puede usarse para muchas más cosas que revestir paredes. Cabeceros, cajitas, cuadros con marcos viejos. E incluso forrar libros que dejaremos estratégicamente en la mesa de centro del salón o en las mesillas, coordinando con las paredes.
En las entradas, son un imprescindible. Cuanto más pequeña, más lo necesita.
Es una estancia en la que generalmente no se pueden poner “grandes muebles”, pues el papel pintado nos soluciona su decoración, por no nombrar la archiconocida frase de que “es la primera impresión”.
También nos ayudará a que tengamos unos aseos o cocina mucho más personales. Es bastante posible que coincidamos con alguna amiga en la elección de una baldosa, un tipo de madera para el suelo, o similares, pero prácticamente imposible que las dos elijáis el mismo papel pintado para un baño.
El papel pintado es un sello distintivo en cualquier decoración.
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